El presidente fue preciso, diáfano y directo con lo de la Barrick
El presidente Danilo Medina rindió a la Asamblea Nacional y al país, como es de rigor, en ocasión del 169 aniversario de la creación de la patria dominicana, las memorias de sus seis meses en el poder, con un balance harto satisfactorio.
Emplazó a la minera canadiense Barrick Gold que explota el yacimiento aurífero más grande de América en Pueblo Viejo, Cotuí, a modificar el original contrato, de manera que el Estado dominicano perciba lo justo, no el 97% para la minera y el 3% para el Estado.
Desde siempre he sostenido que en contratos con mineras el Estado debe precisar que sus ingresos tienen que corresponder al precio internacional del metal en el momento de su exportación.
El presidente Medina fue preciso, diáfano y directo en este caso y en los alusivos a la energía eléctrica que padecemos desde el Consejo de Estado de 1962, anunciando la construcción de dos plantas a carbón de 300 megas cada una con ciclo combinado de gas, por US$224 millones y 500 mil nuevos medidores, fustigando el robo de energía, principal escollo para superar el gran reto y problema nacional, así como modernizar el sistema de transmisión donde se pierde más del 30% de la energía, pero no aludió la revisión de los contratos, otro valladar para superar la gran calamidad nacional.
El comportamiento económico del 2012 reportó un crecimiento superior al 4%, la inflación un 3.9%, aunque el endeudamiento externo prosiguió acelerado y apenas rozamos los US$9 mil millones en exportaciones, y el turismo creció un 3.2%, pese a los serios reveses de la economía USA y Euro, principales generadores de turismo junto a Canadá.
El presidente Medina obvió Bahía de las Aguilas, la peligrosa haitianización que de hecho fusiona la isla Española, el rol de las Fuerzas Armadas en esa asignatura y el narcotráfico, pero fue un discurso positivo que el país esperaba.