Entre el cielo y tierra


Cotuí, República Dominicana.- Fue un encuentro de cotuisanos residentes en el exterior a orillas del Lago de Hatillo. Nada programado,  todo sorpresa. Era una tarde de verano que decidimos ir a dar un paseo por las aguas de la presa y de camino nos encontramos con amigos de infancia, con gente que habíamos perdido de vista por diversas circunstancias y que ese miércoles de Julio coincidieron en el lugar mas precioso y ecoturistico de la provincia Sánchez Ramirez.
No fue un encuentro formal, solo que a cada paso me encontraba con un amigo que ahora vive en Nueva York o en cualquier otro lugar del mundo. Amigos que aprovechan los veranos para volver a su país y a su gente y que en pocas semanas aprecian y disfrutan mas de su país que los que se quedan. Todo indica que de esos hay muchos, por lo menos en Cotui. Muchos que vuelven cada año a pesar de quejarse de los calores, los apagones y las mismas circunstancias que quizás lo motivaron a partir.

Fue un relajante encuentro con la naturaleza y con mi gente. Alli entablamos conversaciones que nos hicieron recordar, pero también que me permitieron reflexionar sobre la psicología y la valoración que tienen muchos Dominicanos residentes en el exterior sobre las riquezas de su país.
Fue una tarde maravillosa. Estuvimos disfrutando del verde del paisaje de esta área que fuera declarada Parque Nacional, gracias a sus grandes riquezas, Dimos un paseo a bordo del Ferry de Raul, luego recorrimos el muro de la presa y al final nos sentamos en la orilla de sus aguas para disfrutar de su ambiente, a veces muy ruidoso para los que prefieren la música suave, pero igual agradable gracias a su paisaje, su clima, a los lugareños y visitantes que de vez en cuando aprovechan sus aguas para disfrutar de un refrescante baño. Los fines de semana el ambiente es mas animado, pero igual se encuentra muy buen ambiente cualquier tarde, sobre todo para los que buscan apaciguar el calor, o algo que tomar o beber en buena compañía. Este fin de semana hice realidad mi sueño de infancia de conocer esa ciudad del sur de España, en la que muy bien se destacan elementos característicos de la madre patria que siempre vivieron en mi mente. Con temperaturas de 40 grados, disfrutamos de un fin de semana de flamencos, de tapas, de recuerdos. Refrescándonos con abanicos, recorrimos sus calles, plazas, tiendas típicas y parques y entramos a algunos de sus tantos monumentos.
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